miércoles, 21 de julio de 2010

Un señor pordiosero. Uno de los pioneros de la animación canadiense. Nominado a un Oscar. Mendigo pobre. Un artista incapaz de crear. Dios contemplando el mundo. Un ángel caído. Arrogante. Tímido. Destrozado. No acabado.

Ryan, dirigida por Chris Landreth, oscila entre la animación y el documental, y se escapa a una fácil definición. Se basa en la vida de Ryan Larkin, un animador canadiense que hace treinta años, en el National Film Board de Canadá, produjo algunos de las películas de animación más influyentes de su tiempo. Hoy en día, Ryan vive de la beneficiencia y pide monedas por las calles del centro de Montreal..

En Ryan escuchamos la voz de Ryan Larkin y de personas que lo han conocido, pero estas voces nos hablan a través de destrozados personajes incorpóreos generados en 3D, extraños y retorcidos... personas cuyo aspecto resulta extravagante, divertido o inquietante. Estas apariencias reflejan el mundo personal de "realismo psicológico" de Chris Landreth. Un mundo encapsulado en las palabras de Anais Nin: "No vemos las cosas tal como son. Las vemos tal como somos."

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